martes, 15 de marzo de 2016

Preparativos y ansiedades

Otra vez en Buenos Aires. La fecha de la partida a Misiones se acercaba. Yo intensificaba los preparativos y relegaba las cuestiones laborales. Kike, por su parte, se ocupaba de reunir parte del equipamiento aunque él sí era absorbido por su trabajo y no tenía demasiado margen. Incluso por esta razón pasábamos sin hablar del viaje durante varios días.

Me pasaba buena parte del tiempo en Villa Adelina embalando cajas con juguetes y ropa para llevar a las escuelas de Puerto Libertad, y por las tardes, cuando me dedicaba a estudiar los mapas del Río Paraná, empezaba a preguntarme seriamente si estábamos capacitados. Entonces una novedad trascendental llegó a mi mesa de trabajo.
Una mañana, mientras hacía cuentas, me escribe por Facebook una tal Milva Azanza, que decía ser kayakista de Santa Fe, y que me comentaba que el mismo día de nuestra partida (28 de diciembre) ella y su amigo (Lisandro Silberstein) también se lanzarían aguas abajo desde Iguazú con destino a Santa Fe. Una gran casualidad. Era una novedad muy importante, y había que considerarla.
  

21 de diciembre


 “Ya en Iguazú.
Lau le pinta las uñitas a Vale. Mientras estoy escribiendo esto y escuchando un compilado de temas de Riff. Aquí hace calor ("calor envolvente" como dice Laura), pero siempre será mejor que en Buenos Aires.
Todos estos días fueron de febriles preparativos. Pero los últimos dos fueron aún más intensos.  Fue así por la cuestión de la elección de los botes, uno de los varios temas que no manejamos bien y que como consecuencia se extendió hasta último momento. Lo resolvimos gracias a la colaboración de Gustavo Feldman de MG Kayaks, que se quedó en su taller hasta el jueves a las 10 de la noche, customizando -qué palabra horrible... pero la usa Kike- los kayaks.
El viernes a la mañana embalamos los botes en el taller de MG en Florida y los cargamos en la camioneta junto con las mochilas y algunas cajas de donaciones. A contrarreloj despachamos todo en una caótica terminal de Retiro ante la curiosa mirada de los pasajeros que despertaban el tamaño y la llamativa formas de las encomiendas, es decir, dos paquetes de forma aguzada de unos 5 metros de largo cada uno. 
De allí fuimos hasta Aeroparque contemplando el Río de la Plata, con su agua embravecida y chocolatosa, y con un sinfín de olas espumosas azuzadas por el viento cálido que también despejaba el cielo. En el Aeroparque las demoras eran considerables, por un paro de controladores. No fue tan grave: nuestro vuelo se demoró solamente 70 minutos.
Ya en vuelo, nos tocó sentarnos al lado de un sacerdote que se veía muy abocado a algún texto que estaba pergeñando en su computadora, y por la ventanilla contemplé desde la altura aisladas tormentas tubulares, cortinas de lluvia, ríos retorcidos, pueblos en forma de mancha, y finalmente la selva, coronada por un arcoíris. Al llegar a Iguazú, el asfalto mojado daba cuenta de evidentes chaparrones y presencia de selva”
(Anotación de viaje)

22 de diciembre

En el casco de Puerto Iguazú –a unos pocos kilómetros del aeropuerto-no llueve desde hace largos días. La particular tierra colorada se resquebraja rápidamente cuando esto sucede.
Hoy caminamos junto a Laura hasta el tranquilo destacamento de Prefectura Iguazú en la Avenida Tres Fronteras. Allí fuimos bien recibidos por todo el personal, y se nos puso al tanto de algunos recaudos que tendremos que tomar. El río está en su altura media, 14 metros, y el clima, en términos generales, es bueno.

En el Destacamento Iguazú de Prefectura Naval Argentina.
A las 5 de la tarde fuimos a Puerto Libertad. El cielo se pone oscuro y una tormenta pasajera sacude la selva mientras viajamos por la ruta en el micro. Llueve como en las películas: copiosamente y con sol.
En Libertad tenemos nuestra base para finalizar el trabajo con las donaciones de la Travesía Solidaria. Estuvimos esperando que llegaran las 70 cajas con donaciones desde Colonia Wanda, para guardarlas en el salón de "Regionales Irma", el negocio (ya cerrado) de la mamá de Laura, dedicado a la venta de artesanías y de piedra semipreciosa.

Anochece en este pueblo tan particular que es Libertad. Pintoresco, arbolado, quieto y siempre igual a sí mismo. Con fama de plaza de cuchilleros y personajes de aspecto malentrazado, un poco a resultas de que Libertad ha sido (y cada tanto es) una reconocida puerta para el tráfico de drogas.
Brotan las estrellas sobre el cielo y espero sentado en un cordón al costado de la Ruta 12. A mis espaldas el abanico amarillo de la Shell es un faro entre un melancólico mar de pinos, sombras y caseríos bajos. Devaneo sobre esta locura que es la Travesía Solidaria... de por qué y para qué... es que tengo buenas sensaciones y pocas certezas de hacia dónde voy. Por momentos experimento una sensación de gran libertad, de permisos antes vedados, pero que a veces huelen a anarquía y sinsentido.
Ahora, mientras escribo, estoy escuchando a León Gieco, que le cuenta a Lalo Mir: "Mi expectativa era preparar algo para Buenos Aires, componer un disco, hacerme famoso, ganar dinero y volver a mi pueblo para comprar una verdulería. Ya grabé 42 discos y compuse 300 canciones... y todavía no la compré".
Tal vez eso es una respuesta para mí.
Llegó al final  la F-100 de Daniel y la maestra Carolina. Bajamos las cajas y las acopiamos en Regionales Irma. Nos pusimos un poco al día, y pactamos que el lunes 23 repartiríamos las cosas entre los chicos. Cerramos las puertas y entramos al boulevard de Puerto Libertad. Cenamos en un bar, extremadamente luminoso y poco ambientado, pero así son las cosas aquí. Un músico cantó canciones de Fabio, los Pasteles Verdes y boleros de Los Iracundos, ante la indiferencia de los comensales. Al volver, descubrimos que no había luz. Así que tiramos una manta en el piso del local y dormimos entre las cajas de donaciones. Una buena manera de montar guardia”
(Anotación de viaje)

25 de diciembre

Faltan tres días para iniciar el viaje, y la espera se produce en el marco de una de las olas de calor más intensas de las últimas décadas, y que se ha instalado indolentemente sobre todo el territorio de la Argentina. Iguazú no escapa a esta situación. No hemos salido de la casa durante el día y recién por la tarde noche osamos pasear por la Costanera, donde cientos de familias toman tereré y han sacado a sus chicos a disfrutar de los regalos navideños.

Anoche, después de la cena y el brindis, Laura y yo dormimos en el balcón de la casa de la calle Marta Schwartz, apoltronados sobre mantas, esperando algo de brisa. Hoy afortunadamente el día está parcialmente nublado, lo que nos da un somero alivio.
Kike ya ha llegado a Iguazú vía bus y se alojó en un hotel a pocas cuadras con su novia, María Luján. Milva y Lisandro han montado campamento en un camping sobre las barrancas del Río Paraná, y nos encontraremos con ellos el mismo día de la partida, sobre el río. Río, que a pesar de estar en su altura media -según la Prefectura- los lugareños de Puerto Libertad afirman que está bajo. En cualquier caso tendremos que tener cuidado con nuestra navegación y soportar los 38 grados que se esperan Misiones para el domingo.
Por otro lado nos enteramos que en Rosario ha habido un ataque de palometas a 40 bañistas por las temperaturas del río. Estoy embotado y agobiado. Aún sin los botes, que están en el depósito), sigo esperando dar inicio a los preparativos y sentarme con  mi compañero a definir "cuestiones operativas".
 (Anotación de viaje)

27 de diciembre

“Son las 9 de la noche. Hoy el cielo ha realizado un trabajo más laborioso que dias anteriores y desplegó lentamente una maraña de nubes circunspectas que muestran intenciones de permanecer. Detrás de ellos parece ser que vienen fuertes tormentas que prometen durar varios días. A  la "misionera".
Esto me preocupa porque tal vez nos retrase la navegación e inclusive la salida del día de mañana, pero forma parte del juego.
En Puerto Libertad, el 24 por la tarde, los chicos de la escuela recibieron sus regalos de Navidad, cerrando el circulo de esta lindo trabajo que fue colaborar con las escuelitas misioneras. 

Hoy recabamos las bengalas (Kike tuvo que viajar a Eldorado a conseguirlas), pastillas potabilizadoras, comida y agua, y empezamos la estiba de los botes (en realidad es un ensayo para mañana). Tenemos el visto bueno de la Prefectura y esperamos tormentas fuertes para esta noche y la madrugada, además de lluvia durante varios días continuados. Si todo sale según lo previsto (cosa poco frecuente) estaremos navegando unos 52 kilometros hasta el Destacamento PNA de Puerto Libertad donde haremos noche, como primera etapa de la expedición.

Vecinos y pequeños curiosos vienen a examinar las embarcaciones
Ya somos 4 kayaks, dado que nos unimos con el team "Santa Fe", integrado por Lisandro Silbesrtein y Milva Azanza.  Iguazú hoy es está tórrida, pero nos está despidiendo bien. Esperamos partir mañana”

(Facebook, 27/12/2013).

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