lunes, 21 de marzo de 2016

Las amenazas del río: delincuencia y palometas

2/2/2014 - Puerto Rico – Oasis 


Llegamos al Club Náutico de Puerto Rico para recibir al 2014 y reponer energías. Laura se suma a nuestra toldería. Ella nos viene siguiendo por la ruta, abordando distintos colectivos e intenta esperarnos en aquellos lugares donde hacemos tierra. A veces lo logra y otras decide esperar mejor oportunidad.
Debería descansar pero estoy aburrido. Me dedico a fabricar una vela para el bote con plástico transparente y caña tacuara que tal vez me sea de ayuda en los días de viento. Lisandro lee y descansa y Milva dibuja.  
En esos casi dos días de estancia en Puerto Rico varias personas se acercan a hablar con nosotros por la curiosidad que representan los botes. Entre ellos Néstor Heim, un avezado pescador y según nos cuenta, profesor de Matemática. Surge un tema muy particular:
- Si llegara a ceder la represa de Itaipú (en Brasil) buena parte de Misiones quedaría bajo el agua. Yo mismo he hecho cálculos al respecto. – Dice.
Y se lo nota bastante preocupado.
- Aquí en Misiones todo el mundo sabe que si eso sucediera se disponen de 41 minutos para refugiarse en zonas más altas.
Es probable -pienso- que Misiones pudiese quedar inundada ya que si una temporada de lluvias intensas hace crecer 15 o 20 metros al Paraná, la masa de agua del embalse hidroeléctrico más grande del planeta podría generar cosas peores. Lo que no creo es que en Misiones alguien sepa algo de esto. Y menos lo de los “41 minutos”.
·            

Después del brindis y la cena de fin de año el primer día del 2014 nos recibió gris y apático. El río se había oscurecido, sospechábamos lluvia. Así que decidimos partir pasado el mediodía para acortar kilómetros.
La derrota casi no tuvo novedad. Navegamos decididamente por el canal dejando a margen izquierda la pastera Papel Misionero que ensombrece con sus deshechos y sus vahos el marco natural del río.
Conforme nos acercamos a destino (Puerto Oasis) empezó a desplegarse una tormenta poco amigable a nuestras espaldas, de modo que le propuse a mis compañeros hacer tierra y esperar a que pase la borrasca. De hecho, comenzamos a desembarcar en una costa donde teníamos como refugio a unos árboles coposos y una casa abandonada, y en ese momento apareció una nueva patrulla de Prefectura remontando el río lentamente. Tres oficiales protegidos ponchos de goma, bajo el chaparrón ya declarado nos hicieron un ademán para que siguiéramos remando.
La lluvia soltándose, la selva derramada en el río y la presencia de la lancha, me hizo tener una alucinación cinematográfica: parecía que estábamos en el Río Mekong, en el Vietnam de los 70.
El Destacamento “Oasis” apareció bajo la lluvia gruesa, que fue mermando al acercarnos. Los oficiales vararon la lancha limafoxtrot y nosotros retiramos los botes del agua. Allá arriba, en el atardecer, el cielo estaba haciendo un espectáculo de nubes luminosas y tornasol extraordinariamente raro. 


La quietud y la armonía de la tarde se rompió con la inquietante figura de un guardia que plantado en la orilla con una itaka en brazos, observaría el río hasta la madrugada. Porque enfrente, luminosa y poblada, está la localidad paraguaya de Gobernador Meza, desde donde incesantemente se hacen al río los contrabandistas, muchos de ellos armados. Tal vez sea el punto más caliente de toda la frontera. 
Cargamos nuestras mochilas, ropa y remos, y caminamos por un pastizal en dirección a una dependencia que en su época hizo las veces de Aduana, pero que se encuentra semi - abandonada.  Allí al menos tenemos luz y un techo para dormir. Más que suficiente.
En la noche bien entrada subimos al edificio principal emplazado sobre una barranca, para cenar. Algunos integrantes de la fuerza, previo al patrullaje nocturno, descansan y miran televisión. Otros cocinan o comparten mates.
- Pasen... pueden cocinar acá. 
Es frecuente encontrar aquí en Misiones a oficiales de otras regiones del país, especialmente a los Albatros (la fuerza de élite de Prefectura Naval). Asimismo, muchos oficiales correntinos o misioneros son enviados regularmente a cumplir funciones en Buenos Aires, ya sea patrullando el agua, o alejados de ella, para reforzar la seguridad en las calles del conurbano bonaerense o contener situaciones de conflicto social. 
En varios de los destacamentos -solapada y amargamente- se escucha a los oficiales quejarse respecto de la inferioridad de condiciones tecnológicas y legales con las que luchan contra la delincuencia. Muchos efectivos aquí conocen al detalle el funcionamiento y los pormenores de los negocios del contrabando y el narcotráfico, sin embargo sus herramientas para detenerlo son limitadas. Por nuestra parte, aunque no llegamos a advertirlo aún, sabemos que el límite con el Paraguay es históricamente zona de tiroteos, escaramuzas y persecuciones. 
El emperamiento de este escenario de tráfico de drogas, amenaza de terrorismo y delincuencia común llevó al gobierno nacional a implementar el plan denominado “Escudo Norte”, por el cual algunos destacamentos han recibido nuevas embarcaciones y equipamiento. Sin embargo, las cosas no parecen mejorar y los sucesos delictivos se repiten, porque en definitiva, en el Alto Paraná, esto es casi un modo de vida. 
Una de las más curiosas situaciones de esta saga violenta ocurrió diez días antes del comienzo de nuestro viaje en Eldorado, y fue ampliamente cubierta por el periodismo. La resumo: en un ajuste de cuentas, dos sicarios de origen paraguayo asesinan en Eldorado al ex concejal de Montecarlo Mario Cabañas. Cabañas, antes de morir, se tiroteó con los sicarios y dio muerte a uno de ellos (Marcos Martínez), quien ya era buscado por la justicia del Paraguay, acusado a su vez de haber asesinado a un juez de ese país. Mientras el sicario era velado en una funeraria de Eldorado, sucedió esto:

“Alrededor de las 20.30, en momentos en que el cuerpo de Marcos Martínez (paraguayo, 35) era velado en una funeraria ubicada en Eldorado, a 200 kilómetros al norte de la ciudad de Posadas (...)  dos hombres armados y una mujer, quien sería la hermana de Martínez, ingresaron a la casa velatoria, amenazaron al hijo del dueño y lo obligaron a trasladar el cuerpo hasta la orilla del arroyo Piray Miní, donde los esperaba una embarcación para cruzar a Paraguay.”(Télam, 21/12/2013)
Es decir, que no sólo transitan droga y mercadería ilegales. También cadáveres. En fin...

Kike conversa con un Albatros, vestido completamente de negro, y éste saca un enorme cuchillo Yarará que le muestra y que me encantaría tener para mis campamentos. Para lo que fuera necesario...

 

Palometas: la inseguridad bajo el agua

Aquella noche húmeda y estrellada en Oasis, cenamos gracias a la insólita iniciativa gastronómica de Lisandro, quien nos sirvió un guiso en la galería del destacamento. Mientras, en Rosario, su tierra natal, las palometas devoraban a miles de bañistas en ríos de sangre, y luego se extendía este crimen ictícola a las costas del Río de la Plata, según lo informaban los noticieros de Buenos Aires con repetición de imágenes y música acorde. El diario Clarín, por citar uno, tituló:  “Ataque de palometas: cómo actúan las “pirañas del Paraná”. El portal de la BBC informó: “Argentina: más de 60 heridos por ataque de peces palometa”.


La veta periodística manaba morbo y merecía ahondarse. A la mañana siguiente, mientras yo cargaba los bidones con agua para la navegación la televisión del comedor  informó: “Brutal: 70 heridos por un ataque de palometas en Rosario. Una nena sufrió la amputación de parte de uno de sus dedos por los movimientos de los peces en el río Paraná”.
Ahora, si uno busca datos sobre las palometas (viejas conocidas de cualquiera que haya alguna vez pescado en la Cuenca del Plata) encontrará que estas simpáticas amigas del agua son Serrasalmus aureus (descripta por Spix, en 1829) y Serrasalmus marginatus (Valenciennes, 1847), y podría asustarse un poco más[1].
Los ataques fueron atribuidos a la elevada temperatura del agua, mientras que otros recordaron que la desaparición de los yacarés dejó a las palometas sin su predador natural, extendiéndose por la cuenca. Sea cual fuere la verdad, ésta está lejos de nuestro alcance, ya que la fauna acuática es tal vez la menos estudiada de la Argentina.

“(…) Pero oíd la maravilla, que sé que aconteció un día pasado. Un peje palometa, que freilla pensaba una mujer enharinado, de la sartén saltó muy derrepente y el dedo le cortó redondamente (…) Es cosa de nota ver que acometa este pequeño pez a todo humano. Del río vía salir un día un soldado gritando, y en el muslo un gran bocado. Juzgóse allí al presente que faltaba de carne media libra al desdichado y el peje palometa lo llevaba en la boca redondo aquel bocado…”



El texto pertenece al Canto Segundo de “La Argentina y Conquista del Río de la Plata: con otros acaecimientos de los Reynos del Perú, Tucumán y Estado del Brasil” escrito por el sacerdote español Martín del Barco Centenera, quien vivió en el actual territorio de la Argentina entre 1575 y 1593. La simple lectura de este párrafo me lleva a la siguiente conclusión: en 420 años ninguna gestión de gobierno ha solucionado el flagelo de la palometa, o dicho de otra manera, a cinco siglos de la llegada de Colón la palometa no ha sido conquistada y sigue resistiendo.





[1] Son especies descriptas como carnívoras, de “instinto depredador” y su sistema dentario como “verdaderas trituradoras de carne”. Pertenecen a la subfamilia Serrasalminae, caracterizados por la forma de su cola como con dientes de sierra. El pacú también pertenece a esta familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario