sábado, 2 de abril de 2016

Corrientes, Yacyretá y el "Expediente Silberstein"

Corrientes
(Ituzaingó a Esquina: 587 km)


Primera etapa de navegación en Corrientes: Ituzaingó - Itá Ibaté.

“En la zona Sur de Misiones, desde Posadas y hasta donde hoy está la represa de Yacyretá, estaba uno de los lugares más complicados para la navegación. Las bajantes constantes de las aguas y la existencia de gigantescas piedras lo hacían sumamente peligroso: ‘El río antes era más bajo, tenía mucha piedra y era muy complicado. Sólo se navegaba por el medio, por el canal, porque había piedras gigantes’ explica Alfredo. La zona de más piedras era en la zona del Alto Paraná hasta Yacyretá. ‘Hasta ahí era feo. Antes de que comiencen los trabajos en Yacyretá, esa zona del río era denominada por los marinos como Carayá. Para pasar por ahí, cuando el río se encontraba bajo, las naves debían circular con menor carga de la habitual, para evitar las piedras que yacían desde el fondo de lecho del río. Tenías que ir gambeteando las boyas porque si te corrías un poquito seguro rompías el barco’, cuenta el marino, que además explica que ‘con almohadas y cemento íbamos arreglando las roturas que las piedras le hacían al barco cuando pasábamos por ahí’, relató” (Diario "El Territorio", Misiones, 16/9/2012, relato de Alfredo Oviedo)

Yacyretá

A diferencia de lo vivenciado por los viejos capitanes fluviales, nosotros en el año 2014 nos encontramos con otro río muy distinto. Desde Posadas y río abajo el Embalse de Yacyretá se constituye en un mar desierto de 1600 km2. En medio de esa nada ha quedado solo una parte de la isla Yacyretá (la cual se caracteriza por sus enormes médanos de arena), y bajo ella, sepulcralmente, han quedado sepultados las 15.210 has. de la isla Talavera, y su otrora extraordinario patrimonio natural y paisajístico.
Tengo el recuerdo -por haberlo visto en un vieja revista de divulgación llamada "Conocer y Saber"- del trabajo de las cuadrillas de rescate de fauna en esas islas que esperaban ser inundadas. Las fotos, de 1992, mostraban a viejas lanchas ingresando sobre el agua que comenzaba a devorar las islas, y a los rescatistas de fauna del Paraguay descolgando de los árboles a los monos carayá desesperados, para ser llevados quién sabe adónde.
El comentario viene a cuento del triste legado de este proyecto hidroeléctrico, cuya compleja historia se remonta a décadas y que ha tenido que ver más con proyectos políticos y grandes negociados que con los objetivos reales de producción de energía para dos países. Remito a un dossier muy interesante titulado "No más daños en Yacyretá" de Elías Diaz Peña y Elba Stancich (se encuentra en http://www.tallerecologista.org.ar/menu/archivos/yacyreta.pdf) y donde en uno de sus pasajes puede leerse:


"La inefectiva categorización de la fauna y la flora impactadas también se refleja en los intentos de la EBY de rescatar animales amenazados. Esta se concentró casi exclusivamente en megafauna carismática, y lo que constituyó un intento de manipular a la opinión pública. Los pocos animales rescatados de las islas inundadas no han sido relocalizados en reservas sustitutorias, y la mayoría de los ejemplares relocalizados no han sobrevivido"

         Asimismo se incumplieron la mayoría de los protocolos y las previsiones para comenzar la inundación, fundamentalmente el de "retirar la biomasa", es decir, deforestar las islas antes de ser inundadas. Las selvas y bañados que se encontraban en ellas solo provocaron eliminación de gases y el vertido de sustancias contaminantes en el agua.   
   Pero si vamos a la historia más reciente, la novedad ha sido que en el año 2011 se autorizó la elevación de la cota del embalse de 76 a 83 metros para producir más energía. El resultado ha sido más hectáreas inundadas, más desplazamiento de poblaciones y preguntas... muchas preguntas sin respuesta. Una es si el peso de la masa de agua y su filtración hace que ésta surja en los Esteros del Iberá, con el consecuente impacto ambiental. Otra, muy elemental, es: ¿soportará la represa?










Mientras remábamos el Paraná fuimos escuchando el debate al respecto. Unos, como el Ingeniero Roberto Ríos, ex Ente Binacional Yacyretá, dicen que las paredes de la represa se están agrietando y que la rotura de la represa será la mayor catástrofe de la historia argentina. El director argentino del EBY, el cuestionado Miguel Thomas, contesta que eso es ridículo. Sin embargo el tema sobrevuela.   
Nosotros, por las referencias que teníamos, sabíamos que Yacyretá es un verdadero peligro para casi todo tipo de navegación deportiva: olas inmensas, costas de difícil acceso, y sobre todo la imposibilidad ser auxiliado en una emergencia. Por ello seguimos la sugerencia de desembarcar en Candelaria y desde allí continuar por tierra hacia la Provincia de Corrientes. 
El 5 de enero llegó a Candelaria el Dr. Luis Flores, a bordo de su camioneta y un trailer para cargar los botes. 
   

El Doctor Flores





Flores se había contactado conmigo mientras acampábamos en Puerto Rico y se ofreció a unirse a nuestra expedición en el río para remar con nosotros el tramo San Ignacio – Posadas. Finalmente no pudo ser parte pero decidió ayudarnos a transportar los kayaks hacia Ituzaingó (Corrientes).
La tarde que arribamos a Candelaria Flores se acercó al destacamento en su bicicleta, se presentó y se sentó junto a nosotros para parlamentar. 
“Luis Daniel Flores es un médico con inquietudes. Además de sus actividades profesionales y científicas, es un apasionado del deporte y el jazz”
Así lo describe la página de internet “Jazz y Sentimientos”, que es a su vez el nombre del programa radial que todos los domingos a la mañana emite desde la radio de la UNAM (Universidad Nacional de Misiones) en Posadas.
Esa tarde en el destacament Flores nos contó parte de su vida de médico ginecólogo (el era Presidente del Colegio de Médicos de Misiones), de apasionado ciclista, de escritor sensible y de fanático consumidor de jazz. Su sitio web personal es digno de leerse. Allí ha colgado bonitos poemas y cuentos, tales como “El Mudo”. 
Cuando el doc se fue, todos caminamos hacia la Costanera de Candelaria. Fue para mí una noche extraña, casi como una ensoñación. Recuerdo conversaciones tristes con la mirada puesta en las luces de Posadas y también que todos nos sentamos en una plaza a beber cerveza, mientras un grupo musical tocaba forró –género músical típico de Brasil con gran arraigo en Misiones- y donde numerosas desparejas parejas bailaban entre risotadas y arrumacos saturados de borrachera.

El expediente Silberstein

Dicen que Ituzaingó es la "Mar del Plata del Litoral". Sus increíbles playas son destino de numerosas familias provenientes de Misiones, Corrientes y Chaco. 
Llegados a la ciudad de Ituzaingó hicimos base en un camping y nos tomamos la tarde libre, aunque con rutinas muy distintas. Mientras Milva, Enrique y yo decidimos hacer playa, Lisandro se ensimismó en sus lecturas y ni siquiera se interesó en otro pasatiempo que no fuera sumergirse en lecturas de alto vuelo literario.  
Ninguno de los cuatro integrantes del viaje nos caracterizábamos por ser personas fácilmente encasillables. A veces pienso que encontrarnos a la hora de la puesta del sol en el agreste norte de Corrientes, caminando en un banco de arena con el agua a las rodillas y remolcando los botes, de algún modo lo certificaba y hablaba de nuestra especial condición. Podríamos haber pagado un paquete turístico a Camboriú, o en mi caso, con el dinero que había invertido en este proyecto, habría conocido la Torre Eiffel. Pero los cuatro ratificábamos cada día nuestra decisión de hacer esto.    
Y Lisandro no escapaba a la regla.
Recuerdo que una mañana calurosa y calma cerca del Puerto de Paraná, le dije mientras paleábamos:
- Al final, no me contaste nada sobre tu viejo...
- ¿Mi viejo...? Mi viejo es un cara de verga. - dijo, y siguió remando.

Un sujeto ambivalente. Taciturno en extremo y al mismo tiempo poseedor de un sentido del humor desopilante que usaba aséptica y súbitamente como quien gana a los naipes con helada confianza.
En cuanto a la expedición, Lisandro participaba con un pecado original, que luego lo supimos y explicó parte de sus llamativas actitudes: él no había querido -tal vez sensatamente- participar con dos personas que no conocía. A pesar de no tener ningún desplante para con Enrique y conmigo, esto le había generado alguna rispidez con Milva. Sin embargo esa postura era tan entendible como la de su compañera: sumarse a otros dos kayakistas, que aunque desconocidos, sumarían sus fuerzas. Todo depende de cómo se mire la cuestión.






Lector empedernido. Para cuando comenzó el viaje no dudo que esta disconformidad que menciono le haya acentuado este vicio, pasando horas y horas consumiendo libro tras libro, mientras el resto de nosotros hacía cosas más afines a la mayoría de los mortales, como cocinar, bañarnos en el río y tomar sol. Era frecuente al terminar cada etapa verlo apurado en armar su carpa para desplomarse en ella a leer, y poco después dormirse no teniendo ninguna noticia de él hasta el día siguiente. 
También escritor se dedicaba especialmente a hurgar los bajofondos y submundos de Rosario para hacerse cronista de historias sórdidas de personajes inverosímiles y freaks que nos fue desgranando conforme pasaron los días. De allí que tuviera el latiguillo “la estás frikeando", para referirse a preocupaciones que no tenían razón de ser. Lo repetía todos los días mientras navegábamos hasta que nos contagió a todos. 
Alguna vez me dijo antes de iniciar una etapa: "Hoy vamos a rockearla VacarAzza..." - y tal vez no escuchaba una palabra de él hasta el final del día, consecuencia de su constante rumiar pensante mientras navegaba.   




En el río era muy común verlo alejado -lo que a veces me generaba algún dolor de cabeza ya que no se podría llegar inmediatamente a él en caso de que necesitara ayuda - hasta que comprendí que cada uno de nosotros hacía su viaje y ése era el suyo.
Sin embargo habíamos tenido tiempo para que contara –y además lo deduje sin mucho esfuerzo por ser un punto de contacto con mi propia historia- que su estilo de vida estaba atravesado por cierta rebeldía a ciertos mandatos familiares que él contrarresta con bohemios placeres que despiertan inquietud en su familia, como viajar y embarcarse en aventuras de este tipo y practicar un estilo de vida sumamente particular, donde la amistad y la avidez por nuevos mundos son piedras basales.
Silberstein es el renombrado apellido de un clan de abogados rosarinos, que ha tenido participación en ciertas esferas de la política. Lisandro, como estudiante, no oculta los sinsabores que le genera la Abogacía, a la vez que admite haber heredado el interés de la familia por las sutiles cuestiones que se relacionan con la influencia y el poder; en distintas charlas ha reivindicado ciertas prácticas y métodos de la política porque sabe de qué se trata ese mundo. Ha manejado sus códigos y ha tenido -a pesar de su juventud- horas de práctica en sus catacumbas. 
Lisandro es un personaje complejo, contradictorio y trabajado, que refleja en sí mismo su pasión por las cosas luminosas de la vida y su atracción por el mundo de las sombras, al que todos los seres humanos pertenecemos y de cuyo barro también estamos hechos.


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